viernes, 6 de mayo de 2016

Tito Garabal, las claves son testimonio, compromiso educativo e inclusivo




 1) ¿Qué es educar en valores?
T. G.  Me parece que educar en valores es la clave para construir una sociedad más justa y fraterna en momentos en que la sociedad tiende a abandonar los parámetros de una convivencia necesaria.
Los jóvenes necesitan valores pero no sólo enunciados sino sobre todo testimoniados. Ese testimonio debe ser de todos: familia, educadores, medios de comunicación, dirigentes, etc. Si sólo se los enuncia no tendrá mucha aceptación porque, en general, los valores para algunos son cosa de otros tiempos pero, llamativamente, son de tiempos de construcción social y esa es la urgencia.
Bien dice el Papa Francisco que “educar es una gran obra de construcción en constante transformación” por eso educar en valores es una labor continua que puede sustentarse, creo, en tres pilares: valor del diálogo en la educación, una propuesta educativa que tenga como objetivo el desarrollo integral de la persona, y el necesario derecho de toda persona a tener acceso al saber y al conocimiento.
Todo eso con una educación que, hoy, se dirige a una generación que está cambiando y por eso, los docentes o los educadores, están urgidos a cambiar comunicando de la manera adecuada a las exigencias de hoy. Muchos docentes son inmigrantes en las nuevas tecnologías mientras que sus educandos son nativos y dominadores de ella. También para educar en valores tenemos que estar en su sintonía porque además siempre la educación es un acto de amor.
Acá también los comunicadores tenemos nuestras responsabilidades y el tema es que si los mensajes son equivocados, como sucede muchas veces, los educadores tienen que ayudar a desarrollar la percepción crítica de los medios y saber plantarse frente a una lluvia de mensajes que no siempre priorizan los valores auténticos.
2) ¿Usted no piensa que hoy en nuestra sociedad cada vez más se desvaloriza el trabajo docente y la educación?
T-.G. : Sí es posible porque, personalmente, creo que eso es fruto de un desgaste de mucho tiempo. Los maestros pasaron a ser “trabajadores de la educación” con lo cual siento que han bajado su nivel frente a una sociedad que siempre recuerda a sus maestros. Es importante la buena remuneración del docente pero no son “solo trabajadores” sino que son mucho más.
Todos recordamos a nuestros maestros y sabemos la gratitud que les debemos porque desde ellos sabemos que se fue construyendo la pirámide de nuestras vidas con aciertos o fracasos. Pero quienes nos enseñaron bien son los que recordamos.
Recuerdo que, en uno de los primeros actos, del entonces Monseñor Bergoglio expresó su gratitud pública a su primera maestra y todos entendimos el mensaje porque todos recordamos a los nuestros.
En estos tiempos, muchas veces, esa dimensión se ha ido perdiendo por diferentes motivos: los padres no siempre dan el lugar al docente, a veces los docentes toman su tarea como un trabajo cuando es una misión (que obviamente debe ser remunerada), y otros conflictos y entonces se generan violencias, descréditos, angustias y todo eso juega en contra del docente porque, de a poco, se lo desvaloriza y entran todos en la problemática. ¿Quiénes emergen? Los que se destacan como maestros o profesores y tienen el reconocimiento del alumno y su familia, en el momento o después de un tiempo, porque no siempre se comprende a un docente afectivo pero exigente. Y estas dos cosas no deben faltar en cualquier educador al desarrollar procesos educativos e inclusivos.
Bien señala la Prof. Ana Ravaglia, una mujer muy comprometida y, como pocos, muy conocedora del sistema educativo tenemos que “lograr que los niños y adolescentes vayan felices a la escuela y que los docentes sean felices al enseñar, garantizando una educación de calidad para todos”. Esta sería una buena clave para evitar esa desvalorización como también la formación de verdaderas comunidades educativas que no es sólo algo que hay que construir y cualificar entre las paredes de la escuela, sino que se trata de un sujeto activo ante la realidad externa, el contexto social y cultural.

3) ¿Cuáles son según usted “Las claves para un mundo mejor” en educación?

T. G: Hay muchas y sería difícil enumerarlas porque seguro olvidaría muchas. En estos 27 años ininterrumpidos de “Claves para un Mundo Mejor”, en la televisión abierta, creo que casi un 20% de las notas fueron sobre educación: Siempre les digo a docentes y funcionarios: “las noticias que no le interesan a los medios son para Claves”. ¿Por qué? Porque a los medios les llama la atención un vidrio roto, un colegio tomado, una maestra golpeada, etc., y está bien que se ocupen de eso pero cuál es el motivo de no ocuparse de docentes ejemplares y sacrificados que “gastan” su vida en la noble tarea de educar; de experiencias educativas novedosas y creativas que hay muchas en la Argentina; por qué no mostrar alumnos que desde la superación cumplen sus logros y se destacan. Esas son y fueron siempre nuestras noticias en Claves y ahora los medios empiezan a descubrir que eso a la sociedad le interesa y, gracias a Dios, las empiezan a mostrar como hechos aislados pero son muchas más de las que imaginamos. Y además esta responsabilidad de la comunicación de mostrar esas realidades como dice el Hermano Eugenio Magdaleno, un prócer educativo en la Argentina, ayuda a que “no claudique el cansancio de los buenos”.
En síntesis, algunas claves son testimonio, compromiso educativo e inclusivo, responsabilidad de los docentes y de la sociedad con los docentes, comunicar las cosas que sirven para amalgamar la “cultura del encuentro”, espacios educativos como esta Revista “El Arcón de Clío” en la web que busca y comparte ideas y propuestas, y la valorización de los docentes siempre.
4) ¿Aprender religión es aprender a ser bueno?
T. G: Aprender siempre es bueno y la religión ayuda a “religar” y a potenciar la dimensión trascendente de la persona y eso es bueno. Para todo creyente los valores que impone una fe vivida y asumida, en la cotidianeidad de la vida, es un paso al compromiso que no pasa por un simple aprender religión. El Papa Francisco lo viene señalando con frecuencia cuando dice que no debemos hacer “proselitismo religioso” sino enseñar a vivir los valores a que nos lleva nuestra propia creencia. Cuando veo que muchos se oponen no entiendo bien por qué pues se puede brindar educación religiosa a los creyentes en sus propias identidades y a quienes dicen no creer brindarles educación en los valores que emanan de los procesos religiosos y todo suma. Esto no garantiza nada pues mucha gente se educa en escuelas religiosas y luego no vive lo que le enseñaron y otros no la tuvieron y viven como si la hubieran tenido. Pero siempre ayuda el conocimiento aunque luego muchos no se den cuenta lo que habían aprendido.
En el caso de las instituciones católicas me parece que muchas deben reflexionar sobre su labor como les acaba de pedir el Papa cuando les dijo que deben ser “conscientes de que ¡el quehacer educativo es hoy una misión clave, clave, clave!”.
Y por último, quiero recordar una frase del Papa Francisco, en febrero de 2014, cuando a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina dijo algo que muchos ni siquiera repararon y que, a la luz de los tiempos, me parece que vale la pena que todos pero especialmente los educadores no lo olviden: “es importante transmitir a la juventud, a los chicos también, pero sobretodo a la juventud, el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza. Un joven sin utopías es un viejo adelantado, envejeció antes de tiempo”.
Gracias Tito.
Perfil de Tito Garabal.
Desde 1982 es responsable de Prensa de Cáritas Buenos Aires (habiendo sido integrante durante tres períodos de la Comisión Directiva de la Institución) y de 1990 a 1996 estuvo a cargo de la Campaña de Prensa para la Colecta Nacional de Cáritas.
Galardonado con importantes premios como San Gabriel, Santa Clara de Asís, Cruz de Plata, y con el Premio Broadcasting 2000 al mejor Programa solidario, Héctor “Tito” Garabal lleva más de diez años en canal 7, transmitiendo Buenas Noticias que llegan hasta el último rincón de la República. Su tarea como conductor y productor, junto al equipo que lo acompaña, ha hecho de este un programa galardonado con más de diez premios nacionales y declarado de interés nacional por la Secretaría de Cultura de la Nación.


Las comunicaciones que aquí se muestran son un servicio más, esta comunicaciones se dan primero en el aula y cuaderno de comunicaciones, por lo tanto no las invalida. www.elarcondeclio.com.ar